sábado, 30 de marzo de 2013


Camila  había ido a comprar golosinas para Sofi como le habia prometido esta misma mañana. Cuando cruzó la esquina de la cuadra de su casa vio a una chica sentada en la esquina con la cabeza apoyada en las rodillas. Se acercó un poco y le dijo – hey! estas bien?-
La chica levanto su cabeza y vio sus ojos color esmeralda, rojos por llorar, sintió que se le caía el mundo. La desconocida chica la miro sin saber que contestar, si confiar o no. Camila se acercó mas tímidamente y se agachó a su altura, le pedió permiso para apollar mi mano sobre una de su rodillas para lograr un mayor equilibrio.
- necesitas algo? - preguntó buscando su mirada, quería ver sus ojos paradisíacos de nuevo, pero estaba segura que necesitaba verlos cuando sonreía y sería una muy buena sensación.
Ante su silencio, se paró y eso llamó la atención de ella, su movimiento le indicaron que aunque no diga nada, no haya conversación, quería que se quedara ahí. Le sonrió, esa reacción le dio ternura y le extendió la mano.
- Tengo una idea. ¿Querés? - lo dijo con confianza, para que ella se sienta en confianza.
- Yeah, si. - contesto una vez que se paró con la ayuda de Camila, y luego no soltó su mano.
La distancia entre ellas era cercana. Sus ojos ya no contenían lágrimas a punto de caer, y una pequeña sonrisa amable se escabullía de sus labios. Su altura aproximadamente de 1.57, apenas más alta que Camila. No pensó en su altura, pensó en cuan cerca y cómodos le quedaban sus labios, carnosos y visiblemente suaves, totalmente tentadores. Ella, no soltó su mano y Camila no quería soltarla.
Camila es soñadora, aun despierta y realizando cualquier actividad puede estar soñando. Su imaginación vuela en menos de un segundo, y ya podía verse, sujetándola desde la cintura para pegarla mas a su cuerpo y poner su mano en su espalda baja y mantenerla ahí hasta el final del beso.
El cuerpo de la desconocida se tenso notablemente ante el silencio de la morocha de ojos marrones. – Me llamo Lauren – dijo la de ojos paradisíacos con una leve sonrisa, un poco incomodada por el silencio y la mirada de parte de Camila.
Su voz la trajo de nuevo a la realidad – oh, si, lindo nombre. Yo me llamo Camila y yo – Haciendo énfasis en el “yo”- voy a alegrarte el día. A menos, que te niegues a ir hacia cualquier lado con una desconocida. – sonrió tratando de contagiarle la alegría que la caracterizaba.
Lauren rió tímidamente, ella presentía que Camila iba a ser la amiga que necesitaba en esta nueva ciudad. Simplemente asintió junto a una sonrisa mostrando sus dientes. Sin hacer nada Camila ya estaba alegrándole el día. Varios sentimientos se encontraron en el cuerpo de Lauren cuando Camila le devolvió la sonrisa y tiro de ella para comenzar a caminar delante de ella, pero no se asustó. Cualquier cosa que podía llegar a sentir ya lo conocía y se le escapó una sonrisa nostálgica al recordar por quien había sentido cosas nuevas que volvían a reaparecer por la morocha de ojos marrones. 

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